El trastorno específico del desarrollo del lenguaje (TEL), antiguamente llamado disfasia, es un problema intrínseco del procesamiento del lenguaje que puede afectar tanto a la expresión como a la comprensión de los mensajes orales, y que tiene un perfil clínico y evolutivo heterogéneo.
El TEL puede ser difícil de diferenciar del retraso simple del lenguaje a edades tempranas, por lo que con frecuencia sufre un retraso diagnóstico.
Es importante tener en cuenta que en los niños con trastornos del lenguaje que presentan alteraciones de la comprensión y del uso contextualizado del lenguaje, se incrementa el riesgo de aislamiento social y de acoso escolar (bullying).
Durante su evolución pueden desarrollar también dificultades con el lenguaje escrito y fracaso escolar. Además, los padres y educadores, sin una recomendación específica, tienden a usar menos el lenguaje verbal con los niños que padecen dificultades del lenguaje, limitando aún más su aprendizaje. El pediatra debe ser consciente de esta heterogeneidad clínica y evolutiva para poder detectar los trastornos específicos del lenguaje a una edad más temprana, y favorecer el inicio de una terapia específica antes de los 3 años, contribuyendo así a mejorar el pronóstico global de estos niños.
ETIOLOGÍA
La etiología del TEL está aún por dilucidar. Los estudios actuales muestran que en algunos casos se puede encontrar un origen genético, como en la conocida familia KE, donde 16 de 30 miembros de 3 generaciones padecían un TEL. La alteración en el lenguaje se hereda en esta familia de forma autosómica dominante, y recientemente se ha identificado el locus responsable en el cromosoma 7, denominado SPCH1 (de “speech”). El gen responsable de esta alteración es el FOXP2, ubicado más específicamente en el cromosoma 7q31.
Otros estudios genéticos han mostrado ligamientos a diferentes regiones del genoma (13q21, 16q24 y 19q13), lo que indica un probable modelo poligénico multifactorial. También se han realizado estudios de neuroimagen estructural en niños con TEL, y se han observado diferencias morfométricas de los hemisferios cerebrales en niños disfásicos y disléxicos, comparados con controles, aunque estas alteraciones estructurales no se deben considerar un criterio diagnóstico de TEL. Otros estudios han identificado diversos factores de riesgo para trastornos del desarrollo de las habilidades psicolingüísticas: perinatales, como prematuridad y bajo peso al nacer; y ambientales, como un nivel sociocultural bajo. Todos estos factores genéticos, neuroestructurales y ambientales podrían estar implicados en el origen del TEL.
Los niños con TEL pueden presentar una desorganización y distorsión fonológicas. Tienen dificultades para percibir y discriminar los sonidos y el orden en que han sido emitidos, de forma diferente cada vez. Esta alteración no sistemática de los fonemas permite además diferenciar los problemas fonológicos en los niños con apraxia verbal de los niños con dislalias múltiples, en los que la alteración es fija.
Una interesante entrevista.